viernes, 20 de agosto de 2010

VIVIR, SOÑAR...III Y ÚLTIMO

Raquel Aguilar Núñez
14 de Julio de 2015:
No era capaz de recordar absolutamente nada de lo que había sucedido. Me sentía desorientada y con los músculos demasiado agarrotados como para moverme de forma precipitada. Dormir en el suelo no era muy bueno para la espalda. Cuando conseguí levantarme fui al baño para darme una ducha caliente y recapacitar sobre lo que había pasado. Decidí hacer una lista para poder aclararme las ideas:

1º- Llevaba más de doce horas durmiendo.
2º- Me había desmayado sin motivo aparente.
3º- Mi cerebro no era capaz de rememorar el porqué de mi desmayo.
4º- Pero había algo que si podía recordar con total nitidez.

Mientras estaba inconsciente había vuelto a soñar. Pero algo había cambiado. En este sueño no volvía a estar en mi pequeño y oscuro habitáculo. Me encontraba en un espacio amplio y muy, muy luminoso; tanto que me dañaba los ojos. En un principio pensé que la pesadilla se había marchado pero no fue así. Aquel vasto espacio comenzaba a incomodarme porque me hacía sentir que estaba sola en la nada; en un lugar sin fin en el que mirase donde mirase, jamás encontraba nada. Además la luz me cegaba de tal forma que comencé a echar de menos la oscuridad. Porque al menos esta dejaba que mi imaginación fantaseara acerca de lo que había fuera de mi espacio reducido. Fue por eso por lo que desee que volvieran las sombras; que me rodearan y no me dejaran escapar. Y volvieron. Por una parte me sentí aliviada pero por otra no, porque esto significaba que la pesadilla seguía ahí, y que solamente me había concedido una pequeña tregua. Además en ese instante fue cuando regresé a la realidad.

Ahora que tenía un tiempo ilimitado por delante decidí hacer algo productivo para evadirme de mis pensamientos y utilizar algo más de energía. El resto del día lo dediqué hacer una lista de las cosas que quería hacer, y a limpiar intensivamente mi casa.

15 de Julio de 2015:
No sabía si asustarme o alegrarme por el hecho de haber dormido toda la noche sin ningún sueño en mi cabeza. Si me confiaba seguramente cuando las pesadillas volvieran me sentiría peor; aunque quizás realmente se habían ido y solo había sido una mala racha. En fin; me sentía demasiado bien como para pensar en esto, así que desayuné, y miré que era la primera cosa que había en mi lista: “ve a la biblioteca; necesitas mejorar tu circulo de lectura”.
De acuerdo. Me puse unos vaqueros y la camisa de cachemira que me regalo mi amiga el año pasado, y cogí el carné de la biblioteca. Hoy iría andando para poder observar el paisaje (aunque no había mucho que observar). En la biblioteca no había mucha gente, seguramente porque habían empezado a coger las vacaciones. Opté por un par de libros de Charles Dickens y El perro de los Baskerville de Louis Stevenson (estuve a punto de coger El gato negro de Allan Poe pero creí que no me convenía demasiado leer relatos de terror por ahora).
Como no me apetecía irme directamente a casa, fui a comer al “restaurante” que había en mi barrio. Estaba atestado porque era lo hora del almuerzo. Cuando regresé me puse el pijama y vi una comedia romántica de Hugh Grant que se desarrollaba cerca de donde yo vivía, en un barrio llamado Nothing Hill.
Me fui pronto a la cama e intenté dormir.

16 de Julio de 2015:
El acontecimiento sucedido la mañana anterior se repitió. Nada de sueños. Intenté no tentar a mi suerte y lo dejé correr sin darle muchas vueltas. Miré de nuevo la lista justo después de vestirme: “visita los monumentos; estás dejando de lado tu cultura”.
De acuerdo. Empecé por ir al Parlamento. Era increíble que incluso por esas fechas hubiera tal cantidad de turistas. No me demoré mucho allí. De ahí me fui al Big Ben, que marcaba las doce cuando llegué. Un poco más tarde cogí el autobús hasta el London Eye. A pesar de haber mucha cola esperé pacientemente mi turno. Cuando por fin me tocó a mí, subí y pasados unos minutos me di cuenta de que no estaba sola. Un muchacho de mi edad estaba sentado justo enfrente mía y cuando le miré me devolvió la mirada. También me percaté de que era bastante guapo, y me sorprendió que este hecho me sorprendiera, aunque ciertamente desde que comenzaron mis pesadillas, la visión de lo que ocurría a mi alrededor, era más reducida. Mantuvimos una conversación en la que nos intercambiamos los teléfonos, y pensé para mí misma que mi vida volvía a avanzar.

17 de Julio de 2015:
Tercer día consecutivo sin pesadillas. No quería confiarme. Hice lo mismo del día anterior con la diferencia de que ese día tocaba visitar a la familia en Oxford. El día pasó de forma amena y sin nada que deba mencionarse. Volví a casa y me acosté rendida porque me llevé toda la tarde jugando con mis primos.

18 de Julio de 2015:
Ni un solo atisbo de pesadilla. Miré la lista, hice lo que decía y volví a terminar derrotada.

19 de Julio de 2015:
Nada. Absolutamente nada. Legué a la conclusión de que la medida de la rutina estaba surtiendo efecto.

UN MES MÁS TARDE

Me sentía realmente bien. Tenía la mente despejada, las pesadillas se habían marchado y había conseguido terminar la lista. Además llevaba un par de semanas saliendo con aquel chico y todo me iba bastante bien. Logré llevar una rutina de una persona normal y mis preocupaciones se habían marchado junto con los sueños.
Así que como cualquier otro día corriente acabé el día tumbándome en la cama y conciliando rápidamente el sueño.[...]

-Nadie te dijo que las pesadillas desaparecerían. Te has confiado demasiado pronto y tu mente y tu confianza te han jugado una mala pasada. Nunca intentaste buscarle un sentido lógico a los sueños que tenías porque simplemente te dedicaste a evadirlos de una forma contundente. Por eso aquel día la pesadilla cambió. Intentaba hacerte ver que tenías que hacer algo para que desaparecieran, y tú, simplemente la ignoraste. El aviso te ha sido entregado. En tu mano está el que quieras recapacitar sobre ello o no .La voz desapareció y la luz y la oscuridad se unieron.[...]

Me desperté. Me faltaba el aire para respirar porque todo había sido demasiado vívido. Me giré hacia un lado par intentar controlar la respiración, pero mi mano tocó algo.
La lista de las cosas que había hecho estaba allí pero se había añadido algo más:

“PASADO, PRESENTE Y FUTURO.”
Únelos. Descubre lo maravilloso que es recordar y hacer planes. Porque la clave de la vida es saber buscar un equilibrio que abarque todos estos factores. No te limites a vivir el presente y vive, sueña.


La sorpresa solo llegó a mis ojos pero fue suficiente para que estos lograran abrirse.
Ahora te doy el mismo consejo que de una forma tan sorprendente, mi mente me aportó.
Ah, no olvides VIVIR Y SOÑAR.

miércoles, 18 de agosto de 2010

VIVIR, SOÑAR...II

Raquel Aguilar Núñez


Silencio. Ni un solo ruido a mi alrededor; ni siquiera el de mi propia respiración. Oscuridad. Las sombras lo cubrían todo sin dejar que la luz se colara por un solo resquicio. Era prisionera de mi propio sueño, y no podía escapar. Además el pequeño y claustrofóbico habitáculo que mi mente me había proporcionado, me obligaba a pensar en contra de mi voluntad. Pensar en el tiempo. Ese que de día me perseguía incansable y sin cesar. Aquel del que quería perder la noción. El que me inundaba en esta pesadilla de la que siempre quería despertar.[...]

-¡ Señorita Kent!-dijo (o más bien gritó) mi profesora de historia en respuesta al grito que salió desde lo más profundo de mi pecho- Si tan aburrida le parece mi clase debería usted ir a dormir a su casa-
-Lo siento de veras señora Sprout. Es que no he descansado bien y me he quedado un poco traspuesta, pero...-respondí intentando disculparme-
-¡ No hay excusas! Me tomo muy en serio mi clase señorita Kent, así que le ruego que abandone el aula en este mismo instante-
-Pero, pero, yo...
-¡ Sin excusas!- dijo de forma cortante-

Abandoné la clase en silencio y avergonzada, mientras las miradas de burla de mis compañeros (no muy sutiles), me seguían implacables hasta la puerta.
Salí al patio central del campus y me senté debajo del árbol en el que se encontraba la placa conmemorativa del decano Johnsom. Solo había un par de personas sentadas en un banco alejadas de dónde yo me encontraba, y, que al verme, se levantaron y se fueron. Este hecho fue algo que no comprendí, pero que aún así no me importaba demasiado.
Lo que realmente me preocupaba era lo que acababa de ocurrir. Recapitulé durante unos segundos y reflexioné acerca de lo acontecido en historia. Decidí reconocer que, realmente esto se me estaba yendo de las manos. La inconsciencia estaba ganándole terreno a mi mente, consiguiendo adentrarse poco a poco en la realidad. Y no podía llegar a ese extremo. Tendría que tomar serias medidas, o el monstruo que en mí aguardaba el momento de salir, conseguiría su propósito.

13 de Julio de 2015:
El sudor volvió a cubrir mi cara cuando desperté. El sueño no había cambiado ni un ápice. Pero el que ese fuera el último día de curso, arrojó un poco de luz sobre el resto de mis preocupaciones.
Esa mañana no tenía demasiada prisa, por lo que lo hice todo con mucha más calma. Aquel día organizaron la típica fiesta de despedida con globos y ponche, de la que no me interesaba demasiado participar. Desafortunadamente, participación obligatoria.
Cuando llegué la música y los gritos de alegría de los graduados, consiguieron colapsar mi oído, hasta el extremo de que tenía en la oreja un pitido de lo más insoportable. Todos los que se encontraban a mi alrededor parecían felices, mientras yo seguía impasible en mi sitio. Desee que todo pasara rápido para poder volver a mi tranquilo hogar. Alguien debió de oír mi petición, porque las siguientes cuatro horas se me pasaron en un abrir y cerrar de ojos.
Conduje despacio hasta mi casa ( no por gusto, sino porque el tráfico volvía a impedir que la velocidad del cuentakilómetros pasara de los veinte por hora). Abrí la puerta y nada más cruzar al interior, tiré cada uno de los zapatos a una de las esquinas del piso.
Después fui a la cocina y preparé lo primero que encontré, ya que en la fiesta no había probado bocado (no es muy agradable comer hamburguesas y patatas a las ocho de la mañana, y la imaginación de los organizadores no daba para más). Estaba a punto de tomar la primera cucharada de cereales cuando me fallaron las piernas y mi cuerpo cedió de forma involuntaria ante la gravedad. Caí al suelo inconsciente.

jueves, 12 de agosto de 2010

VIVIR, SOÑAR... I


RAQUEL AGUILAR NÚÑEZ.
Vivir. Soñar. Eran aspectos que me gustaría haber vivido pero que no entraban dentro de los intrincados planes que mi mente tenía preparados para mí...

Tiempo. Esa palabra que tantos significados puede darle a tu vida. Cambiarla , moverla, transformarla. Ese que nunca se para; que sigue corriendo escribiendo tu camino. Que se manifiesta de tres formas: presente, pasado y futuro. Pero no es el tiempo en sí el que en este caso a mí me perseguía. Eran sus hijos. Mensajeros del tiempo sucedido, el que está sucediendo y el que aún está por suceder. Siempre separados pero a la vez unido. Sin dejar huecos para poder respirar. Correr y no parar. Correr y no parar. Esa era su forma de actuar y la que hacía que mi mente divagara en los confines de mi pensamiento. Pero el tiempo y sus vasallos habían hecho mella en mi persona y era por eso por lo que mi alma rehuía con todas sus fuerzas pensar en lo acontecido y por acontecer.

Nunca me había gustado pensar en el tiempo. Yo vivía el presente de una forma especial sin tener la necesidad de pensar en el pasado o el futuro. Y aunque tenía la capacidad de pasar de estar preparando un examen para el mes próximo, a recordar mi décimo cumpleaños, no era una cualidad que me entusiasmara de una forma especial. Para mí lo que ocurre en este preciso momento es lo más importante. Por eso mi filosofía de vida se basaba en antiguo proverbio árabe que reza así:

“Lo que es pasado ya ha huido; Lo que esperas no está; Pero el presente es tuyo.”

Y de momento esta teoría me había funcionado bastante bien.

12 de Julio de 2015:
Me he vuelto a levantar sobresaltada. La respiración se atascaba en mi garganta para escapar de mis pulmones, pero sin mucho éxito. El sudor recorría mi cara y no era precisamente por el calor. Me sentía agitada y nerviosa cuando en realidad debería haber estado entusiasmada y contenta, ya que no se cumplen veinte primaveras todos los días (aunque en realidad mi cumpleaños nunca había sido algo demasiado importante para mí). Pero en lugar de eso, comencé a cavilar sobre el sueño que acababa de tener cuando me percaté de la hora que era. Llegaba muy tarde a la universidad por lo que me vestí rápidamente, tomé una barrita de cereales de la cocina y cogí las llaves del coche.
Pero claro, aquella mañana tenía que ser totalmente redonda. La peor de mis pesadillas me esperaba al doblar la esquina de mi calle para tomar la autovía, que no era otra que el temido tráfico matinal. Una fila inmensa de coches competían por ver quien era el que más fuerte tocaba el claxon, o en su caso quien era el que más gritaba (principalmente eran insultos los que se lanzaban unos a otros). Así que después de una hora de un insufrible infierno conseguí llegar a mi amado templo del saber. La casa de las letras y el conocimiento me esperaban con una primera clase de historia del arte.
A pesar de ya haber comenzado nadie se percató de mi llegada, así que tomé mi asiento de forma silenciosa en la última fila, y empecé a escuchar. Al parecer estábamos dando la obra completa de Miguel Ángel, por lo que la clase se me hizo bastante amena (ya había estudiado ese tema en literatura hacía poco). No habrían pasado cinco minutos, cuando de repente sentí que mi mirada se nublaba y que mis párpados cedían a voluntad propia. [...]

miércoles, 4 de agosto de 2010

EL JOVEN AMOR

Raquel Aguilar Núñez


En el periodo en que los musulmanes dominaron la península, había un reino cristiano en el Norte que resistía la invasión otomana. Los cristianos no eran muy numerosos pero tenían mucha voluntad y valentía.
Un día decidieron embarcarse en un navío llamado “La Fortuna”. Su plan era bordear toda la península por la parte oeste, remontar el Guadalquivir haciéndose pasar por comerciantes franceses porque ya que así los dejarían entrar, y finalmente desembarcar en el puerto de Sevilla.
Cuando llegaron a Sevilla su plan iba según lo previsto y sin ningún altercado. Justo después de desembarcar partieron hacia el Califato de Córdoba. Por el camino, pasaron por la plaza fuerte de Alkala wa-d-aira, donde descansaron y conocieron la noticia del traslado del Califa a la recién construida ciudad-palacio de Medina Al-Zahara.

Después de dos largas semanas de viaje llegaron a la ciudad, pero justo iban a entrar en el palacio cuando los guardias descubrieron que llevaban armas y los detuvieron a todos.
Entre los cristianos, había un niño de unos doce años que hasta entonces había pasado desapercibido. Su nombre era Fernando. Era alto, tenía los ojos de un color miel que hacia que su cara pareciera más infantil aún. Su pelo era rizado y del mismo color que sus ojos. Ninguno de los tripulantes se había dado cuenta de que Fernando iba dentro del barco porque éste entró justo cuando zarpaban. Pero lo que tampoco sabían era que aquel niño que se había colado en aquella aventura, era el hijo del rey.
Los guardias anunciaron lo acontecido al Califa, que decidió que todos los cristianos serían ejecutados al atardecer. Los cristianos, en ese momento se dieron cuenta que Fernando se encontraba entre ellos, por eso pidieron al Califa como último deseo que los matara a ellos pero que liberara al chico. Este aceptó la petición pero tendría que trabajar en el palacio como esclavo. Una de las criadas le dijo a Fernando que la acompañara hasta la salida de aquella sala, justo cuando los guardias comenzaban a llevarse a los cristianos. En se momento el joven se encontró con la visión más hermosa de su vida:
Su mirada se había cruzado con la de la hija del Califa, Jazmín. Al igual que él, tenía unos doce años, pero físicamente era totalmente diferente ; ella tenía unos ojos azules como el cielo a primeras hora de la mañana, cosa no muy común en un niña musulmana.
Su pelo era largo y liso y de un negro tan profundo que en ocasiones llegaba a parecer desprender un resplandor cuando la luz lo tocaba. Ella también miraba a Fernando pero de repente ambos salieron de su ensimismamiento porque la sirvienta le dijo de nuevo al chico que la acompañara. Ahyra, que así se llamaba iba riéndose por el pasillo hasta las cocinas. Fernando le pregunto por qué se reía a lo que ella le respondió de manera que hizo que este se ruborizara.
Le dijo que le hacia gracia la manera en que miraba a la princesa. Era la sirvienta que más apreciaba Jazmín no solo porque era muy buena con ella, sino porque era su nodriza. Fernando le pidió que le contara más cosas sobre la princesa y fue entonces cuando Ahyra se dio cuenta de que se había enamorado. En ese momento, se percató de que ya era demasiado tarde para trabajar, por ello le llevó hasta una habitación para que descansara. Éste le dijo que quería saber más sobre la princesa pero la nodriza le dijo que después de un viaje tan largo, lo mejor era descansar. Pero él no lo hizo.

Después de haber visto aquella mirada, lo único que no podía hacer era dormir. Estuvo toda la noche pensando en la penetrante mirada que lo había dejado como atontado, hasta que por fin consiguió dormirse .Después, cuando el ama fue como cada noche a cepillar el pelo a Jazmín, se encontró con que esta estaba más nerviosa de lo normal, pero no le hizo falta preguntarle por qué, fue ella misma la que comenzó a hacerlo: quién era aquel misterioso chico, cómo se llamaba, qué edad tenía; preguntas que fueron respondidas por por la nodriza, y que le dieron a entender que el amor que Fernando sentía por ella, era correspondido. Al día siguiente, cuando el joven se encontraba trabajando en el jardín, apareció de repente Jazmín, que se sentó en un banco de piedra cercano a donde él se encontraba; justo en ese instante, comenzó a hablarle y él le respondió. Pasaron varias horas hablando sin darse cuenta de que el tiempo seguía avanzando. Aquella noche, Jazmín le estuvo contando todo lo que había estado hablando con él, pero ésta no se sorprendió demasiado, ya que antes o después ambos se encontrarían.
Desde aquel día Fernando y Jazmín se encontraban en aquel banco cada día para hablar, porque para ellos lo importante no era de que hablar, para ellos lo importante era simplemente estar juntos.
Pasaron varios años, exactamente cuatro, por lo que ambos eran ya dos adolescentes. Fernando era ahora un muchacho alto y fuerte, tenía los ojos color miel, y seguía teniendo un bonito pelo rizado.
Jazmín también se había convertido en una hermosa joven que tenía un peculiar color azul en sus pequeños ojos, y un largo y negro pelo. Un día, los dos decidieron que después de tantos años de amistad era el momento de dar un paso más en su relación .Por eso una tarde se sentaron en aquel banco donde se conocieron, y se dieron su primer beso.
Desde ese día, cada noche, Fernando subía al balcón de la princesa y le daba el beso que velaría los sueños de ambos. Nadie excepto Ahyra sabía estaban juntos, y tampoco les convenía demasiado que alguien más lo supiera, porque sabían que el Califa se opondría rotundamente a que ellos dos estuvieran juntos. Ambos decidieron que iban a escaparse del palacio para poder estar juntos sin que nadie se opusiera. Decidieron que se irían una semana más tarde. El motivo de hacerlo así era que en aquella fecha era el cumpleaños del Califa, por lo que todos los ciudadanos podían entrar en el palacio para dejar sus presentes. Ahyra les prestó ropas de sirvientes para pasar desapercibidos entre la multitud. Pudieron escapar de la Medina Al-Zahara para dirigirse a Sevilla y desde allí iniciar una nueva vida. En el puerto encontraron amarrado el buque que trajo a Fernando, y tras reclutar al pasaje y aprovisionarse de víveres zarparon con destino a tierra española.
Tras varias semanas de navegación consiguieron llegar al mar cantábrico y en el puerto de Gijón atracaron la nave. Tras desembarcar, la noticia del retorno sano y salvo del príncipe heredero corrió como la pólvora hasta llegar a oídos del rey que tras su desaparición había comenzado la reconquista de la península ibérica como venganza por la supuesta muerte de su primogénito.

El reencuentro de padre e hijo fue muy emocionante, a la vez que la noticia de que Fernando y Jazmín estaban juntos y que esperaban un hijo provocó una tormenta de emociones en el Rey que acepto de muy buen talante a Jazmín y la acogió como una hija. El vástago de los príncipes nació sano y fuerte y tras su nacimiento fue proclamado Príncipe de Asturias, titulo que perduró en los herederos de la corona de España. Alfonso fue su nombre, y consiguió mediante sus escritos que la historia de sus padres se convirtiera en una de las leyendas de amor más importantes de la literatura patria.