viernes, 26 de febrero de 2010

HOMENAJE A FEDERICO GARCÍA LORCA

El pasado jueves 28, como anunciamos, vio la luz nuestra tertulia “Poemas de Plata”.
Un nutrido grupo de asistentes aficionados a la poesía disfrutamos de los poemas de García Lorca; elegimos “El Romancero Gitano”, y de él, los romances La Casada Infiel, Muerte de Antoñito el Camborio y Preciosa y el Aire.

Nuestra lectura para conocer algunos datos más sobre la vida y obra de Lorca, a parte de lugar de nacimiento, etc, fue la que a continuación queremos compartir.

Entre los años 1924 y 1927 fecha el autor el libro al frente de la edición príncipe. Fue el verano del 24, cuando el proyecto de escribir una serie de romances sobre el mundo gitano y andaluz debió madurar en García Lorca.

El 20 y 28 de febrero de 1926 son las fechas de composición de “Antoñito el Camborio” y de “Preciosa y el Aire”, y el 27 del mismo mes data “La Casada Infiel”. En ese mismo mes, señalaba ante su hermano Francisco que “el Romancero gitano quisiera reservarlo y hacer un libro sólo de romances.”

En una carta escrita a Jorge Guillen el 2 de marzo del mismo año, confirma la aceleración del proceso: “Ahora trabajo mucho, estoy terminando el Romancero gitano. Nuevos temas y viejas sugestiones. La Guardia Civil viene y va por toda la Andalucía (se refería al romance de la Guardia Civil Española). Yo quisiera leerte el romance erótico de la “Casada Infiel o “Preciosa y el Aire”. En componer el romance del “Gitanillo apaleado” he tardado mes y medio, pero estoy satisfecho”. No sabemos que fue de este último romance, del que sólo ha quedado la canción final de la “Escena del teniente coronel de la Guardia Civil”. Es posible que Lorca intentara reelaborar la canción y convertirla en romance.

Nosotras hemos seleccionado para abrir, precisamente esos dos poemas: La Casada Infiel, y Preciosa y el Aire, que están cargados de sentimiento y son maravillosos, como todos los de este gran poeta.


PRECIOSA Y EL AIRE

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.
En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua
levantan por distraerse
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde.

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira la niña tocando
una dulce gaita ausente.

Niña deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.

Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.

Frunce su rumor el mar.
Los olivos palidecen.
cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve.

¡Preciosa, corre, preciosa,
que te coge el viento verde!
¡Preciosa , corre , Preciosa!
¡Míralo por donde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.

Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.

Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.

El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que preciosa no se bebe.

Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra
el viento, furioso, muerde.









AL FILO DE LA NOTICIA

(19-12-2009)

Algunos quieren convertir al poeta Federico García Lorca en un objeto de la galería de los muertos rentables.
Son, por lo general, gente que vive del truco y la vagancia. Pero no lo encuentran: a ellos les está vedado tratarse con gente sana. Y viva.

¡Menos mal, Federico!
Tanto excavar, tanto buscarte,
Tanta pala y tanto pico,
Para al final no encontrarte.

¡Hermano, quédate levitante!
¡No aparezcas, Federico!
Que no pueda el negociante
A tu costa hacerse rico.

Abrid y abrid boquetes,
Horadad otros lugares;
Ya cejaréis, so zoquetes:
No daréis con sus lunares.

Tú seguirás con nosotros
Como siempre has estado:
Con tu amor por los otros,
Con tu dolor delicado,
Con tu poesía encendida
Que nunca nos ha dejado.

Ni la fosa, ni tus restos,
No podrán aportarnos más
Que lo dado por tus gestos.

Que tus libros se repartan,
Que se proclamen tus odas,
Que se sepa lo que cantan,
¡Recítenlas los rapsodas!

¡Que tus casidas reluzcan!
Que caigan los feos bocetos
De esos que gusanos buscan,
Vencidos por tus sonetos.
En las páginas de su huerto,

Ahí siempre le encontrareis,
Porque nunca estuvo muerto.

(Negros de pelo de lana
Moverán sus esqueletos
Entre Harlem y la habana)

Rafael Rodríguez González