sábado, 27 de marzo de 2010

LLANTO POR IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS Y POEMAS DE SEMANA SANTA

En esta ocasión hemos disfrutado de la poesía expresando también el sentimieto tan ligado a nuestra Tierra hacia nuestra Semana Grande.


LA COGIDA Y LA MUERTE.


A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y solo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.



En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.



Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!



LA SANGRE DERRAMADA

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga, que no quiero
ver la sangre de Ignacio sobre la arena.
¡Que no quiero verla!
La luna de par en par.

Caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras.

¡Que no quiero verla!
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!

¡Que no quiero verla!

La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.
¡Que no quiero verla!

Por las gradas sube Ignacio con
toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¿Quién me grita que me asome?
¡No me digáis que la vea !


No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.


No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!


Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos,
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
corno una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.


¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre aura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!


No.
¡Que no quiero verla!
Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.
¡¡Yo no quiero verla!!


LA VIDA DE JESÚS EN ALCALÁ

El Viernes de Dolores
en el Campo de Las Beatas
Judas Le traicionó
Llevándote en andas
Tu barrio de blanco se vistió.

Te proclamaron Soberano
el Sábado de Pasión
Pablo Sexto te tendió la mano
cuando sólo eras ilusión.

El Domingo de Ramos
a lomos de una burra
al Huerto fuiste a rezar
para que tu pueblo no olvidara
lo que por ellos tuviste que pasar.

El Miércoles con túnica morada
Te maniataron y Te llevaron Cautivo
para que por el centro pasearas
y hasta Santiago fui contigo.

Desde allí con la Cruz a cuestas
Te nombraron Nazareno
para llevarte hasta el Calvario
y crucificarte delante de tu pueblo.

El Jueves ya Crucificado
y mirándonos desde el Cielo,
por nosotros hiciste otra oración
y pediste que en la Tierra
siempre reinara el amor.

El Viernes te dimos sepultura
pues a Ti la hora te había llegado
y Te fuiste sabiendo que el martes
ya nos habías perdonado.

Y en el barrio de San Agustín
dos días más tarde
a la Semana Santa pusiste fin
porque Tu resucitaste.

Alonso.


TARDE DEL MIÉRCOLES SANTO

El hijo le dice al padre:
Papá,¿quién esa Virgen
Tan bonita y tan morena?

Y su padre le contesta:
Esa es la Madre de Dios,
La Esperanza Alcalareña.
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Paseando un año más
las calles de mi Alcalá
va ese Cristo Cautivo
y maniatado.

Los costaleros lo mecen,
los hermanos lo acompañan,
su Madre le va llorando,
y el pueblo con gran fervor
al compás de “Macarena”,
sigue sus pasos al andar,
despidiendo al Nazareno
para volver a pensar
en el año venidero.


Cristina.

martes, 9 de marzo de 2010

HERMANOS QUINTERO


El pasado jueves día 4, tuvo lugar nuestra segunda tertulia Poemas de Plata, en la cual hicimos lo que pudimos por representar “Sangre Gorda” en la primera vuelta, no fue una interpretación en toda regla, pero resultó más ameno que si hubiera sido simplemente leído, y sirvió para pasar un rato agradable. Luego recitamos varios poemas, que son los que siguen.
Ya tenemos el vídeo listo, está abajo, sigue los poemas y lo encontrarás.

SOLEDAD

Soledad que me enloquece
quisiera apartarla de mi mente.
No es la soledad lo que más quiero,
pero es como mejor me encuentro.

A veces te siento aún rodeada de gente,
a veces no te quiero sentir
cuando de verdad te tengo.

Me parece que estoy loca,
y esta soledad me lo provoca.

Anónimo.


UN ANDALUZ CON GRACIA

Era el andaluz más feo
que vino al mundo en Sevilla.
Muy pecoso, de viruelas,
chiquitín, corto de vista
y con cerdosos bigotes,
con unas tremendas guías.

Pero era un hombre gracioso,
enamorado y de chispa,
que en viendo al lado unas faldas,
se convertía en almíbar.

Plantado un día en la calle
(su ocupación favorita)
no dejaba pasar moza,
que fuese fea, o fuese linda,
a la que no dirigiese
un piropo, una sonrisa,
o si se terciaba el caso,
un convite a unas cañitas.

De pronto, nuestro andaluz
vio que volvía la esquina
dirigiéndose hacia él
una dama distinguida,
a juzgar por su indumento,
por su tipo y bizarría,
pero que viéndola de cerca,
su cara era una desdicha.

Sin embargo, el sevillano
como nunca distinguía
para lanzar chicoleos
de feas ni de bonitas,
encarándose a nuestra hembra
dijo tragando saliva:

“- Vaya con Dios la mujé
más grasiosa y más bonita
q’a movío lo pinrele
por las calles de Sevilla.”

Volviese la dama a ver
al autor de esta salida
y al contemplar a nuestro héroe
más negro que una morcilla,
con más hoyos en la cara
que agujeros una criba,
y con aquellos bigotes,
le contestó la aludida:

“- perdone usté, amigo
que la verdad no me permita
decir de usté otro tanto".
A lo cual él, enseguida contestó:

“- ¡Pues mienta usté
como miento yo, armamía!"

Anónimo.


A LA FUENTE DEL PEREJIL

Rinconcito de Alcalá
que luce solo y vacío,
evocando viejos tiempos,
cabizbajo mira al río.

Cachito del pueblo mío
que lloras triste tu pena,
añorando compañía
en noches de luna llena.

Seco y yermo ahora te hallas
agonizando, inerte,
compungido alzas los ojos,
y tan sólo ves el puente.

Nadie busca tu frescura,
nadie quietud te reclama,
ya no hay borriquillos
que quieran beber tus aguas.

Tus viejas paredes guardan
secretos de enamorados,
y griteríos de chiquillos
con cuerpecitos mojados.

De sonrosadas mejillas,
enrojecidas las manos,
la mujer aceitunera
descansaba en tu regazo.

Pantalones remendados,
con la gorrilla sudada;
fatigado el arriero,
en tu pilón se sentaba.

Rinconcito de Alcalá
que reposa en el olvido,
de ruinosa semblanza,
angustiado, afligido.


Cachito del pueblo mío,
aunque no te conocí,

tu pena mi alma ahoga,

¡AY FUENTE DEL PEREJIL!

Ana Corral Real.

ANA CORRAL Y SUS POLEÁS.
Nació un domingo de mayo
y al día siguiente el seiscientos
hicieron falta los sayos
porque habían malos vientos.

De niña era como un rayo
no conocía el aburrimiento
y jugaba sin desmayo
con tirachinas sin miramiento.

Los gatos fueron tocayos
que siempre estaban atentos
no quiso ser papagayo
prefiriendo otros cimientos.
Cuando la torre veía
despertó su sentimiento
de amor por Andalucía
dejándola sin aliento.

Como no quería convento
se enamoró de un buen payo
y llegó al convencimiento
de que era el mejor ensayo.

Fue una madre pararrayos
sabiendo dar escarmientos
no quería a los lacayos
y llegó al Ayuntamiento.

En su corazón creció un cayo
por mejorar los momentos
luchaba contra el soslayo
que borraba sufrimientos.

El dolor de corazón la hizo escritora, pero antes aprendió el arte de cocinar y llegaron sus Poleás…
En medio del patio plantó la bombona de butano y encendió el hornillo con decisión; en esos momentos el perol de dos asas la miraba con dulzura aunque le esperaba el fuego.

El primero en llegar a la fiesta fue el aceite de oliva, ese milenario que sabe adaptarse al cuerpo y al alma de cualquier plato.

Cuando estaba caliente se echó encima la indómita matalauva desnudándose muy lasciva y fundiéndose durante un buen rato.

La leche irrumpió en el perol de una forma decisiva, y con su blanca desnudez por bandera comenzó a dar vueltas de inmediato.
Y por fin llegó la harina del trigo que siempre es la más altiva, la que da el cuerpo a la poleá provocando su ruptura hasta con el celibato.

La fiesta llegó al clímax cuando el azúcar copulativa puso orden en las vueltas y vueltas sin parar hasta llegar al final de un buen relato.


En la mesa esperaba el pan recién frito que calentaba los platos y esperaba de una forma primitiva que lo inundaran hasta rebosar de olfato.

Las mieles de abejas rebeldes se cayeron encima para que la canela molida se esparciera
libremente en aquel oasis, en el círculo de lo dulce y su mundo infinito.


La primera cucharada de poleás

me llevó a la poesía de Alcalá
que tiene su soleá

así son las de Ana Corral.

Juan F. Vergara

Alcalá de Guadaíra, febrero de 2010

Si quieres ver el video de la divertida sesión de Poemas de Plata, pincha aquí abajo y no olvides nuestra próxima cita, el jueves 25 de marzo, en la que homenajeraremos a Ignacio Sánchez Mejías. Tráete algo suyo para recitar y algo tuyo para enseñarlo. ¡No te cortes!